El cable de hoy de la Agencia AP, donde señala que "América Latina prefiere enfrentar crisis económica sin el FMI", es una buena muestra del desprestigio que ganó este organismo la pasada década.
Aún en el marco de una crisis económica que ha demostrado tener ramificaciones que terminarán afectando a todo el mundo, los Gobiernos de América Latina no han recurrido todavía a un organismo que justamente tiene como objetivo ayudar al apalancamiento de las economías mundiales frente a crisis como estas, debido a las exigencias que el FMI solía hacer la década anterior a los países a los que entregaba ayuda.
Como se conversó en clases, la FMI tiene dos roles principales: por un lado, facilitar recursos a los países para estabilizar su economía, y por el otro, colaborar técnicamente con los países para que esto no suceda. Lamentablemente en los últimos años el FMI terminó actuando como un banco tradicional y confundiendo sus roles, por lo que al otorgar fondos, lo hacía imponiendo una receta económica que demostró no ser la más conveniente en todos los casos, porque no se hacía cargo de externalidades negativas como la solidez institucional de los Estados prestatarios, que se veía fuertemente resentida con las movilizaciones sociales que originaba la aplicación de medidas orientadas a reducir el gasto social de estos estados.
Todo esto ha puesto en entredicho el rol del FMI, más si sumamos a lo anterior el surgimiento de alternativas como el financiamiento del BID, o incluso la búsqueda por parte de países sudamericanos de nuevas fuentes de estabilización y liquidez, como acontece con el Banco del Sur. Además, esta situación ha generado un exceso de liquidez en el FMI, que deberá replantear su forma de operar en el mundo, ya sea buscando nuevos mercados para colocar sus activos, o flexibilizando sus condiciones de financiamiento.
Fuente: La Tercera, 19 de octubre de 2008
